viernes, 11 de julio de 2014

Para PROFESIONALES. Ese otro placer criollo llamado "Las cazuelas de la abuela Rosa"

Soy de aquellos que tienen que comer bandeja paisa cuando es ofrecida en un restaurante. Siento que cuando leo esas dos palabras en la carta, el restaurante me está retando... es como si me estuviera diciendo: - Lo reto a ver si es tan buena muela como dice ser y cómase mi bandeja paisa...

Si hicieran una escena de ese momento, sería algo así...



Bueno, yo soy el Marty McFly de las bandejas paisas. Es un reto del cual siempre había salido bien librado... hasta hoy. 

Mis compañeros de oficina me habían hablado de este lugar como lo último en guaracha. Me decían constantemente que acá vendían esos placeres criollos a los cuales nadie se le puede negar. Ajiaco, mondongo, frijoladas, carnes, pescados, cazuelas... Acá uno puede hacer un recorrido gastronómico por toda Colombia sin ningún problema. 

Me dijeron en horas de la mañana que no desayunara... que no llenara mi estómago con nada porque lo que se me venía pierna arriba no era cualquier bolero... Señores, esto acá es heavy metal. 

Miré la carta con bastante sobradez... Pedí la bandeja paisa grande, no la pequeña. Mis compañeros abrieron los ojos y me miraron sorprendidos. Yo con bastante soberbia los miraba con ojos de "pobres mortales". El pez muere por la boca...

Llegó a mi puesto algo sin precedentes en mi vida de crítico gastronómico de pacotilla. Un plato que más que plato parecía una bandeja de esas de buffet. Viendo ese plato con todo lo que una buena bandeja debe llevar, mi mente empezó a jugarme una mala pasada y un poco de susto se apoderó de mi ser. Esto señoras y señores, era algo que nunca antes había visto. 

Empecé a comer de a poquitos. Masticando bien la comida para no llenarme rápido. El líquido tenía que ser dosificado de tal manera que no me llenara. Los elementos grasos del plato, solo hasta el final pues es lo que más llena. Seguí todas las reglas del manual del buen comer criollo. 

De sabor es increíble. El chicharrón no tiene explicación alguna; es una vaina buenísima: tostado en su punto, carnudo, justo en la sal... Lo fríjoles no se imaginan y el plátano, madurito en su punto. No tiene debilidad esta bandeja paisa. 

Comí, comí y comí... seguí comiendo... no paraba de comer... me faltaba muy poco para acabar cuando... 

EL HORROR... 

Supe que no iba a poder terminar; mi frente estaba sudando, veía un poco borroso, sentí mareo y remordimiento. De repente, una depresión se empezó a apoderar de mi, tuve que parar y finalmente aceptar lo inaceptable para mi: Fui derrotado. No pude darle un final feliz a este manjar. En el plato quedó chicharrón, la arepa, algo de fríjoles, arroz y mi dignidad. 

Y bueno, llevo hasta el momento dos sal de frutas y tres copas de aguardiente. No ha funcionado nada. 

El veredicto:

Las cazuelas de la abuela Rosa  1  :  0  Mauricio


Conclusión:
La bandeja paisa es para profesionales, pero hay platos para simples mortales incapaces y gallinas como yo. :(
Calificación: 
5/5 

Precios:
Varía según plato. La bandeja paisa grande cuesta 17.000. Vale cada centavo.
Ubicación:
Bajando por la calle 59, apenas pasando la 9na. A mano derecha encuentra el lugar. 


Restaurante


Bandeja paisa


Los chicharrones son del tamaño de un iPhone. Saque cuentas. 


Carta








Ubicación






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